“Papá”, “mamá”, “tengo caca” son frases fácilmente identificables entres los infantes mas jovenes. ¿Pero que pasa cuando estas frases son repetidas hasta la saciedad por muñecos que intentan imitarles, producto de mentes pensantes de las grandes jugueteras? Pues que cargan, saturan y provocan en el oyente un estimulo desmesurado de la región del estriado ventral del cerebro (la zona del cerebro que controla la agresividad, zoquetes)
Cuando se habla de trabajos duros, cargantes y mal pagados siempre se olvidan de ellos; para mi, sería una tortura trabajar como controlador de calidad en una de estas cadenas de montaje, aun una vez superado mi fobia a ver cabezas de plástico pelonas. Estar aguantando todo el día como un cacho de plástico recién ensamblado te diga “mamá” durante toda la jornada laboral, me parece una tortura. Es por eso por lo que, una vez realizado el trabajo de investigación, llegué a la conclusión de que solo acceden (o al menos permanecen) a ese puesto desequilibrados mentales. Despino Perez declaró que, pese a que el sonido le resultaba insoportable, lo podía sobrellevar pensando el daño que iba a provocar en los hogares españoles. Mientras tanto, Armando Bulla, soltero de 52 años que vive con su madre y que me insistió en que dejara claro que busca novia, me contó que ese trabajo le aportaba el cariño que necesitaba.
Ale...a cuidarse!
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