Con mi amiguita Kate |
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Ojo. Alerta. Cuidado. Tras una vida caracterizada por el silencio mas absoluto, Swirtzer N-680 S2, mas conocido como “La Gramola Politoxicomana” por el gran publico, ha decidido por fin narrar su historia. Una historia desgarrante que le llevara a recorrer medio mundo, descubriendo la cara mas perversa de la sociedad. La Gramola ha decidido, en exclusiva, narrar su historia en primera persona. Sin pelos en la aguja.
“Todo el mundo cree que he tenido una vida fácil. Ya sabes, como todo el mundo me ve siempre tan brillante, sin distorsionar ni un agudo, la gente se piensa que te viene de fábrica. Pero no es así. Desde mi nacimiento en una pequeña fábrica de la Unión Soviética he tenido que buscarme el pan. No tienes ni idea de lo duro que fue sentir como mis tornillos se oxidaban en aquel frío cuartucho junto con otras 20 compañeras. Me contaron que hacia unos meses, éramos enviadas a distintas partes del mundo. Mentira. Mis sueños se rompieron a una tierna edad y decidí que no me iba a pegar toda mi vida reproduciendo polkas. Sabía que estaba destinada a hacer algo más. A la semana siguiente, un tipo bastante elegante me compró. Tenía un salón elegante, con una buena chimenea que ardía durante todo el día, algo difícil de encontrar por aquella época. El hombre se sentaba cada noche a mi lado con una copa y se fumaba medio paquete de cigarrillos. Noche tras noche el mismo disco de polka. Hijo de puta, cuantas noches intente clavarle la aguja en un ojo, pero 20 cm. no me daban demasiada capacidad de maniobra. Pero no le puedo negar que me abrió los ojos hacia un nuevo espectro musical. Aun así, ojala se le reventase el tímpano. Una fría noche de invierno, un tipo americano vino a cenar y se encapricho conmigo. Normal, todavía tenía tipin. Traía cigarrillos de contrabando desde Nueva York hasta un pequeño puerto y lo distribuían por toda la URSS, aunque la mayoría se quedaba en las filas del ejercito rojo a cambio de hacer la vista gorda. Aun recuerdo como mi precio por pasar sin problemas camino del viejo mundo fue de 50 paquetes de tabaco. Me llegaron rumores de que una compañera había hecho el mismo trayecto hacia una semana por 30. Jamás tuvo mi categoría, yo lo sabía, ella lo sabia. Acabo destrozada al caer desde un tercero, la Rockolla con la que salía le pillo poniéndole los cuernos con un modelo mas joven. Siempre había sido un poco suelta…pero a lo que iba, allá por el 1954 desembarque en tierras americanas. La guerra había acabado hacia tiempo y la economía empezaba a resurgir. Roger, que así se llamaba el americano, resulto trabajar para un empresario emergente, metido en los típicos negocios…locales de todo ámbito: copas, prostitucion, crack, apuestas. Tuve el placer, ¡oh si!, gran placer de recorrerme todos y cada uno de sus locales. Empecé en el local de copas, en el despacho. Dry Martinis, tabaco, personajes de renombre…aun recuerdo como cada martes un tipo bastante elegante se ponía a hablar de negocios. Algo de muelles, cemento y no se que mas…pero siempre traía un nuevo disco, algo que sonaría en todas las emisoras decía siempre. Pitingo no ha inventado nada, mezclaba Soul, Jazz y cantos asiáticos grabados de sus empleados como nadie. Y con que delicadeza me tocaba...supongo que fue la primera vez que conocí el amor. Al tiempo, fue barnizada. Sabía que mi carrera estaba empezando a emerger. Lo presentía. Y así fue. Durante cerca de medio año estuve colocada en la habitación de una joven meretriz, rubita, pequeña pero con mucho glamour. Siempre variaba la música dependiendo del cliente. Aprendí mucho, quizás algunas veces en exceso. Fue por aquella época cuando empecé a experimentar con las drogas. Era maja, pero no podía pasar una noche sin pincharse algo de heroína. Menudos viajes. Un buen día, sin saber muy bien por que, me llevaron a un lugar mugriento, lleno de humo y lleno de gente con los dientes picados. Una década me pegue allí metida, estaba muy deteriorada me decían. Que si quería droga, allí la tendría, escondida del mundo. Me puse hasta el culo. Fume mas que nadie y reproduje toda la música como quería. Menudos saltos me daba la aguja cuando iba hasta las cejas…¡y a la gente le gustaba! Empecé a innovar. Vi que con ciertas sustancias mi inspiración aumentaba y descubría matices en la música que la gente parecía ignorar. Pero claro, por aquel entonces, mi niquelado empezaba a oxidarse y la manivela se atascaba. Pero un hippie de esos que frecuentaba el garito me cogió prestada un día. Menudas fiestas nos montábamos. Maria, heroína, musiquita de la buena…en Woodstock se nos fue de las manos, se me desmonto la aguja y una pedrada me abollo un poco. Pero mereció la pena. Al llegar los 70, estaba hasta las tuercas de los malditos Beattles. Escoria musical. Y a la gente parecía gustarles. El punk molaba, esa mierda, no. Pero fue por aquella época en la que empecé a aparecer en los medios gracias a la televisión. Me pegue cerca de dos años reproduciendo antes de la carta de ajuste una hora de country en el sur de EEUU. A partir de ahí, mi ascenso fue meteorico, que os voy a contar que no sepáis. Portada de Mayo del 91 de la revista Vanity Fair. Cuando llegue a España, también lo fui de la Vale. Digamos que entre 1975 y el 89 era bastante conocida. New Age, Fusion…era lo que me iba. Se me relaciono con numerosas celebridades, algunas son verdad, otras no. Pero eso nunca lo revelare. Me gusta ser una perrilla de vez en cuando. Después empecé mis colaboraciones con “Los del Rio” cuando versionaron la Macarena y me interese por el panorama musical en España. Me parecisteis un país con un alto nivel cultural y musical. Me puse al día con la movida en cuanto pude. Había llegado tarde, pero tenia que ponerme al día si quería triunfar en mi regreso a este lado del charco. Empecé desde abajo.Me pegué un par de veranos recorriendo pueblos con una familia de gitanos. Como me ponía el Casio, que jovencito, con esas presintonias. Me lo camele, y eso que estaba vieja. Pero miraba con ojitos a la cabra, y sabia que lo nuestro no duraría. Durante el día actuábamos, era feliz, la gente aplaudía. Pero por las noches tenia que compartir la furgoneta con kilos y kilos de melones de huertos que la familia poseía por toda la geografía. Eran terratenientes, eso seguro. Después, pase actuaciones en pequeñas salas con mi grupo, pero decidí pasarme a la producción. Veía mucho talento en las actuaciones. ¿Las ketchup? Mías. ¿MAM? Mío. ¿Tito Mc? No, no es mío, me fockaria. Ahora no me puedo quejar, vivo en un piso de 30 metros, tengo para pagarme los tornillos de oro, un cromado al mes y unos amiguitos MP3 para liberar tensiones de vez en cuando. Pero nunca olvidare mis orígenes. Ale, me voy a empolvar un poco.”"
Ale...a cuidarse!
“Todo el mundo cree que he tenido una vida fácil. Ya sabes, como todo el mundo me ve siempre tan brillante, sin distorsionar ni un agudo, la gente se piensa que te viene de fábrica. Pero no es así. Desde mi nacimiento en una pequeña fábrica de la Unión Soviética he tenido que buscarme el pan. No tienes ni idea de lo duro que fue sentir como mis tornillos se oxidaban en aquel frío cuartucho junto con otras 20 compañeras. Me contaron que hacia unos meses, éramos enviadas a distintas partes del mundo. Mentira. Mis sueños se rompieron a una tierna edad y decidí que no me iba a pegar toda mi vida reproduciendo polkas. Sabía que estaba destinada a hacer algo más. A la semana siguiente, un tipo bastante elegante me compró. Tenía un salón elegante, con una buena chimenea que ardía durante todo el día, algo difícil de encontrar por aquella época. El hombre se sentaba cada noche a mi lado con una copa y se fumaba medio paquete de cigarrillos. Noche tras noche el mismo disco de polka. Hijo de puta, cuantas noches intente clavarle la aguja en un ojo, pero 20 cm. no me daban demasiada capacidad de maniobra. Pero no le puedo negar que me abrió los ojos hacia un nuevo espectro musical. Aun así, ojala se le reventase el tímpano. Una fría noche de invierno, un tipo americano vino a cenar y se encapricho conmigo. Normal, todavía tenía tipin. Traía cigarrillos de contrabando desde Nueva York hasta un pequeño puerto y lo distribuían por toda la URSS, aunque la mayoría se quedaba en las filas del ejercito rojo a cambio de hacer la vista gorda. Aun recuerdo como mi precio por pasar sin problemas camino del viejo mundo fue de 50 paquetes de tabaco. Me llegaron rumores de que una compañera había hecho el mismo trayecto hacia una semana por 30. Jamás tuvo mi categoría, yo lo sabía, ella lo sabia. Acabo destrozada al caer desde un tercero, la Rockolla con la que salía le pillo poniéndole los cuernos con un modelo mas joven. Siempre había sido un poco suelta…pero a lo que iba, allá por el 1954 desembarque en tierras americanas. La guerra había acabado hacia tiempo y la economía empezaba a resurgir. Roger, que así se llamaba el americano, resulto trabajar para un empresario emergente, metido en los típicos negocios…locales de todo ámbito: copas, prostitucion, crack, apuestas. Tuve el placer, ¡oh si!, gran placer de recorrerme todos y cada uno de sus locales. Empecé en el local de copas, en el despacho. Dry Martinis, tabaco, personajes de renombre…aun recuerdo como cada martes un tipo bastante elegante se ponía a hablar de negocios. Algo de muelles, cemento y no se que mas…pero siempre traía un nuevo disco, algo que sonaría en todas las emisoras decía siempre. Pitingo no ha inventado nada, mezclaba Soul, Jazz y cantos asiáticos grabados de sus empleados como nadie. Y con que delicadeza me tocaba...supongo que fue la primera vez que conocí el amor. Al tiempo, fue barnizada. Sabía que mi carrera estaba empezando a emerger. Lo presentía. Y así fue. Durante cerca de medio año estuve colocada en la habitación de una joven meretriz, rubita, pequeña pero con mucho glamour. Siempre variaba la música dependiendo del cliente. Aprendí mucho, quizás algunas veces en exceso. Fue por aquella época cuando empecé a experimentar con las drogas. Era maja, pero no podía pasar una noche sin pincharse algo de heroína. Menudos viajes. Un buen día, sin saber muy bien por que, me llevaron a un lugar mugriento, lleno de humo y lleno de gente con los dientes picados. Una década me pegue allí metida, estaba muy deteriorada me decían. Que si quería droga, allí la tendría, escondida del mundo. Me puse hasta el culo. Fume mas que nadie y reproduje toda la música como quería. Menudos saltos me daba la aguja cuando iba hasta las cejas…¡y a la gente le gustaba! Empecé a innovar. Vi que con ciertas sustancias mi inspiración aumentaba y descubría matices en la música que la gente parecía ignorar. Pero claro, por aquel entonces, mi niquelado empezaba a oxidarse y la manivela se atascaba. Pero un hippie de esos que frecuentaba el garito me cogió prestada un día. Menudas fiestas nos montábamos. Maria, heroína, musiquita de la buena…en Woodstock se nos fue de las manos, se me desmonto la aguja y una pedrada me abollo un poco. Pero mereció la pena. Al llegar los 70, estaba hasta las tuercas de los malditos Beattles. Escoria musical. Y a la gente parecía gustarles. El punk molaba, esa mierda, no. Pero fue por aquella época en la que empecé a aparecer en los medios gracias a la televisión. Me pegue cerca de dos años reproduciendo antes de la carta de ajuste una hora de country en el sur de EEUU. A partir de ahí, mi ascenso fue meteorico, que os voy a contar que no sepáis. Portada de Mayo del 91 de la revista Vanity Fair. Cuando llegue a España, también lo fui de la Vale. Digamos que entre 1975 y el 89 era bastante conocida. New Age, Fusion…era lo que me iba. Se me relaciono con numerosas celebridades, algunas son verdad, otras no. Pero eso nunca lo revelare. Me gusta ser una perrilla de vez en cuando. Después empecé mis colaboraciones con “Los del Rio” cuando versionaron la Macarena y me interese por el panorama musical en España. Me parecisteis un país con un alto nivel cultural y musical. Me puse al día con la movida en cuanto pude. Había llegado tarde, pero tenia que ponerme al día si quería triunfar en mi regreso a este lado del charco. Empecé desde abajo.Me pegué un par de veranos recorriendo pueblos con una familia de gitanos. Como me ponía el Casio, que jovencito, con esas presintonias. Me lo camele, y eso que estaba vieja. Pero miraba con ojitos a la cabra, y sabia que lo nuestro no duraría. Durante el día actuábamos, era feliz, la gente aplaudía. Pero por las noches tenia que compartir la furgoneta con kilos y kilos de melones de huertos que la familia poseía por toda la geografía. Eran terratenientes, eso seguro. Después, pase actuaciones en pequeñas salas con mi grupo, pero decidí pasarme a la producción. Veía mucho talento en las actuaciones. ¿Las ketchup? Mías. ¿MAM? Mío. ¿Tito Mc? No, no es mío, me fockaria. Ahora no me puedo quejar, vivo en un piso de 30 metros, tengo para pagarme los tornillos de oro, un cromado al mes y unos amiguitos MP3 para liberar tensiones de vez en cuando. Pero nunca olvidare mis orígenes. Ale, me voy a empolvar un poco.”"
Ale...a cuidarse!